REGRESO AL PASADO

Los recortes en educación nos devuelven a los años 80

Antonio Castro
Hace ya tiempo que pusimos en la Web de nuestro cole un lazo negro con la inscripción “Estamos de luto por los recortes en Educación”, y en los tiempos que corren nuestro luto tiene, sin remedio, que hacerse extensivo a la sanidad, los servicios sociales, los millones de parados, nuestros jóvenes sobradamente preparados que deben emigrar para contribuir con lo mejor de ellos al desarrollo de países que no han puesto ni un gramo en su formación…; también debemos extender nuestro luto por las miles de familias que caen en manos de los insaciables bancos que, lejos de pedir perdón por la negligente y nefasta gestión que han hecho con nuestro dinero, aún clavan con fuerza sus colmillos en los seres que formamos la sociedad que los sustenta; y, como no, estamos de luto por la mediocridad y caradura de la mayoría de los políticos que nos toca sufrir, precisamente en unos momentos que exigen claridad de ideas y arrojo para coger al toro por los cuernos y enfrentarse con decisión y valentía a los bancos, a las multinacionales, a las agencias de calificación y a todos los buitres que sobrevuelan nuestro antes límpido cielo, con la intención de no dejarnos ni siquiera los despojos provocados por sus propios desmanes y tejemanejes. 
Pero esto es una revista escolar, así que nos centraremos en la educación. El gobierno del señor Rajoy ha impuesto a todas las Comunidades unos recortes educativos sin precedentes en la historia reciente, y no tan reciente, de nuestro país. Por otra parte, el gobierno andaluz, presidido por el señor Griñán, ha hecho bandera de la educación como único instrumento capaz de llevar, a largo plazo, a nuestra comunidad y a nuestro país a los lugares más destacados del ranquin mundial, y como auténtico motor de la igualdad entre las personas procedentes de diferentes estratos sociales. Pero para ello hay que invertir más y, sobre todo, mejor. Más no se está invirtiendo, sino mucho menos, y en cuanto a lo de mejor, tenemos nuestras dudas; pues en los momentos en que los recursos escasean es cuando hay que hacer un mayor ejercicio de imaginación, de honestidad y de buen hacer para sacar el máximo rendimiento a esos recursos, y para ello hay que habilitar instrumentos que garanticen el máximo aprovechamiento de cada uno de los euros invertidos. ¿Y por qué tenemos dudas? Porque hemos asistido durante los últimos años a inversiones absurdas, aunque seguramente bien intencionadas, que no han servido más que para tirar a la basura ingentes cantidades de dinero que bien gestionadas hubieran supuesto una auténtica revolución educativa en nuestra querida Andalucía. Y como este artículo de opinión totalmente personal pretende ser serio y riguroso, vamos a poner algunos ejemplos para que esto no parezca una queja inapropiada o un hablar por hablar. Hace unos años se gastaron en nuestro colegio no sé cuántos miles de euros, pero muchos, en hacer una nueva cocina. Pues bien, esta obra no era para nada necesaria, puesto que la cocina anterior cumplía sus funciones perfectamente, estaba mejor ubicada y sólo necesitaba unos pequeños arreglos, amén de renovar el lavavajillas y el armario frigorífico y arreglar una de las puertas del horno de la hornilla, por cierto, de una calidad muy superior a la que nos instalaron nueva. Es decir, que con una inversión infinitamente inferior a la realizada se hubiera garantizado el perfecto funcionamiento de nuestro comedor escolar al menos para los siguientes 15 años. Y esto podría haberse conseguido con una simple llamada telefónica a la dirección del centro para informarse de las necesidades reales que teníamos. Otro ejemplo de despilfarro es la insistencia en la compra de ordenadores para los alumnos y alumnas en colegios donde su uso como vehículo o instrumento en los procesos de enseñanza-aprendizaje ha sido nulo o casi nulo, habiéndose limitado en muchos casos al manejo que por su cuenta y riesgo han realizado los propios niños y niñas. Y no hubiera sido muy complicado comprobar su utilidad y uso a partir del segundo año de implantación. Aunque igualmente es bien cierto que en otros muchos colegios se ha convertido en una herramienta básica e imprescindible para el proceso educativo de nuestros alumnos y alumnas, y este es el caso de nuestro centro. Y por eso pedimos a nuestros gobernantes inversión responsable, ordenadores para los colegios sí, pero que se hagan los repartos no por número de unidades, sino por el uso educativo que en los colegios se esté haciendo de ellos, pues a nosotros, y a otros muchos docentes, nos va a suponer una importante involución educativa el hecho de que se nos asignen unos cuantos portátiles, en vez de los 60 que nos serían necesarios para garantizar la continuidad de los programas TIC en que está inmerso nuestro centro. 

Lo dicho, un réquiem por la enseñanza pública gratuita y de calidad.

Antonio Castro: Opinión personal